Antes de aceptar avalar una hipoteca o pedir que alguien nos avale debemos asumir qué implica y cómo puede afectarnos.
Un avalista se ofrece como garantía cuando el titular de un préstamo hipotecario es incapaz de hacer frente a los pagos mensuales de su hipoteca y acumula, por consiguiente, una gran deuda.
Dadas las dificultades que a día de hoy presenta la concesión de un préstamo hipotecario y todos los requisitos que exigen los bancos para aceptar la operación, no es de extrañar que el aval sea una de las condiciones que con más frecuencia solicitan las entidades bancarias.
Tengamos en cuenta que cuando un banco concede a un particular o empresa una gran cantidad de dinero, este necesita garantizar que recuperará la cantidad cedida más los intereses que se acuerden en el contrato hipotecario.
Requisitos para avalar un préstamo hipotecario
Un avalista puede ser una persona y, para sorpresa de muchos, también una entidad. No obstante, en la gran mayoría de los casos, los avalistas suelen ser familiares o personas de gran confianza y cercanas al solicitante de una hipoteca.
Sin embargo, no todas las personas pueden ser avalistas, ya que necesitan cumplir una serie de requisitos imprescindibles para serlo:
- Ingresos estables: nómina, pensión o acreditar que cuenta con una fuente de dinero constante.
- Ahorros: una cantidad considerable para hacer frente a cualquier impago.
- Ninguna deuda: antes de avalar será necesario saldar cualquier tipo de deuda.
- Patrimonio: disponer de inmuebles o bienes libres de cargas.
- Ser mayor de edad.
Responsabilidad de un avalista
El avalista asumirá el pago de las cuotas mensuales de un préstamo hipotecario cuando se demuestre la incapacidad del titular del mismo a la hora de hacerse cargo de los pagos. Por lo que cuando el titular de la hipoteca no pueda hacer frente a los cuotas por inexistencia de sueldo, ingresos o patrimonio, aparecerá la figura del avalista.
En este sentido, el avalista deberá tener en cuenta que tendrá que responsabilizarse del pago de las cuotas mensuales junto a los intereses de demora que se hayan generado con los retrasos en los pagos del titular.
A partir de ese momento, sobre el avalista caerá la obligación de pago y cualquier consecuencia legal derivada del impago del titular como embargo de sueldo o de bienes. Del mismo modo, los datos del avalista también pueden incluirse en la Central de Información de Riesgos del Banco de España (CIRBE). La figuración en esta base de datos, que no lista de morosos, impedirá que el avalista pueda solicitar un préstamo o crédito hasta no saldar su compromiso.
Hipoteca sin aval
El avalista es una figura comprometida y arriesgada. Convertirse en avalista es un paso importante que genera cierta intranquilidad al poner en juego el patrimonio del mismo durante los años que el préstamo concedido esté vigente. De ahí que existan diferentes tipos de avales bancarios y opciones que contemplen una responsabilidad parcial de pago o que limitan la cantidad que tendría que devolver el avalista.
Sin embargo, la mejor opción de todas es luchar por conseguir una hipoteca sin aval. Una alternativa viable en los últimos años gracias al trabajo de profesionales del sector financiero como los asesores hipotecarios. Así que si aún no conoces la labor de estos gestores hipotecarios, sigue leyendo, porque te ayudarán a encontrar la mejor hipoteca sin aval. Y lo mejor de todo, su asesoramiento será gratuito si no consiguen una hipoteca ajustada a tus necesidades.